El Epicureísmo: una doctrina de placeres

Epicuro de Samos fue uno de los filósofos más importantes de la antigua Grecia, nació el año 341 a.C y en su juventud estudió en la academia de Platón, sin embargo, éste decidió crear su propio pensamiento y filosofía que hoy es conocido como el epicureísmo.

A lo largo del tiempo Epícuro logró tener su propia escuela que se convirtió en una de las más populares de la época, gran parte de su éxito se debe a que las mujeres y los esclavos podían gozar de las enseñanzas del filósofo.

¿Qué es el epicureísmo?

El epicureísmo basa su filosofía en la obtención del placer y la evasión del sufrimiento como principales elementos de vida. Según Epícuro lo más correcto para las personas es evitar el dolor de cualquier forma, es por eso que nos indica que aunque algo nos pueda producir placer a corto plazo debemos evitarlo si a largo plazo aquellos actos nos causarán un dolor más profundo.

A pesar de que Epícuro nos diga que debemos intentar tener un vida llena de placeres para alcanzar la máxima felicidad, no quiere decir que necesitamos convertirnos en hedonistas, ya que según el epicureísmo lo ideal es aceptar que algunos placeres pueden causarnos sufrimientos y soportar ese pequeño dolor de no tenerlos a que puedan llevar a un gran sufrimiento futuro.

«Es mejor soportar algunos determinados dolores para gozar de placeres mayores. Conviene privarse de algunos determinados placeres para no sufrir dolores más penosos».

Las 3 principales fuentes de felicidad según el epicureísmo

Amistad

La amistad era el principal placer para Epicuro, tanto es así que vivía en una casa con sus amigos (allí impartía su doctrina a sus discipulos). Sobre esto Epicuro nos dice lo siguiente:

«De los bienes que la sabiduría ofrece para la felicidad de la vida entera, el mayor con mucho es la adquisición de la amistad».

Una vida sencilla

Epicuro vivía conforme a su doctrina, es por eso que no se caracteriza en ser un personaje opulento, muy por el contrario, Epicuro era una persona bastante austera y no recomendaba acostumbrarse a las grandes riquezas ya que éstas pueden faltar en algún momento causándole un gran sufrimiento al que las posea.

«Poco le ofrece al sabio la fortuna. Sus mayores y más importantes bienes se los ha distribuido su juicio y se los distribuye y d [Foto] istribuirá a lo largo de todo el tiempo de su vida».

La paz mental

Para Epicuro uno de los objetivos principales que debe intentar conseguir el ser humano es la paz mental, ésta se logra a través del estudio, de la meditación y la ausencia de miedo.

«El más grande fruto de la justicia es la serenidad del alma».

El epicureísmo, los dioses y la muerte

Epicuro nos deja cuatro preceptos importantes que debe tener en cuenta todo epicureista que desee alcanzar la felicidad, él lo llamaba: el tetrafármaco.

El tetrafármaco

No temas a los dioses: el temor a los dioses era algo que estaba muy instaurado en su época, para Epicuro esta era una idea sin sentido, y es que según él nuestra existencia es una sola y está dada gracias a los átomos, por lo que al morir el cuerpo, también muere el alma (que también está hecha de átomos), es decir no trascenderemos a ningún lugar.

«Es absurdo pedir a los dioses lo que cada uno es capaz de procurarse por sí mismo».

No temer a la muerte: el temor a la muerte es algo muy común en los seres humanos, Epicuro nos indica que la muerte es la ausencia de todos los sentidos, por lo que al morir no sentiremos ningún tipo de dolor.

«Es necio quién dice temer la muerte, no porque cuando se presente haga sufrir, sino porque hace sufrir en su demora. En efecto, aquello que con su presencia no perturba, en vano aflige con su espera. Así pues, el más terrible de los males, la muerte, nada es para nosotros, porque cuando nosotros existimos, la muerte no está presente y, cuando la muerte está presente, entonces ya no existimos».

Los placeres están en todos lados: no es difícil obtener los placeres más profundos, estos incluso se encuentran dentro de la naturaleza. Nuestros seres queridos, el agua, el pan, un cálido refugio, estos son ejemplos de aquellos placeres que no son difíciles de conseguir y que son accesibles para casi todos.

«Por mi parte no sé qué idea puedo hacerme del bien si suprimo los placeres del gusto, del amor, del oído y los suaves movimientos que de las formas exteriores recibe la vista».

El dolor es soportable: cualquier pizca de dolor es soportable, y no será permanente, por lo que no debemos exagerar cuanto tengamos algún sufrimiento.

«Muy poca cosa es, de cierto, aquél que encuentra muchos motivos razonables para abandonar la vida».

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